Una de las fases más críticas del lanzamiento del Transbordador Espacial o de algún cohete, es el transporte del vehículo espacial hasta la su plataforma de lanzamiento.
Los rusos en Baikonur (Kazajstán) usan potentes locomotoras diésel, pero en Cabo Cañaveral (Florida, EEUU) se recurre a los Crawler Transporter. Son dos inmensos vehículos, plataformas de carga asentadas sobre pesadas cadenas de orugas, diseñados para transportar grandes pesos desde el complejo de montaje de las lanzaderas y cohetes (VAB, Vehicle Assembly Builiding) hasta la zona de lanzamiento (Launch Complex 39). Un trayecto de solamente 5.6 km que se recorre con extremo cuidado en unas cinco horas.
Dos ejemplares idénticos de este colosal vehículo se han construido. Fueron encargados a Marion Power Shovel, empleando componentes de Rockwell International y diseñados por Belcrus Corporation. Llamados Hans y Franz, fueron entregados a la NASA en 1965, con una garantía de 50 años o 5.000 millas y un coste de 14 millones de dólares la pieza. Sus dimensiones son impresionantes, miden 40 metros de largo y 35 metros de ancho, tan anchos como una autopista americana de ocho carriles.
Su altura es ajustable entre 6.1 metros y 7.9 metros, esto se debe a que la parte trasera se levanta para mantener horizontal el vehículo espacial que transporta y superar la pendiente del 5% que lleva hasta la plataforma de lanzamiento. Para que nos hagamos una idea de su precisión, la parte superior de la lanzadera espacial que lleva encima nunca se balancea más de 25 cm, y hablamos de un cohete de varias decenas de metros de alto. Para maniobrar con precisión, Hans y Franz utilizan tecnología láser.
Cada unidad pesa 2.400 toneladas, y va asentada sobre cuatro juegos dobles de orugas. Cada oruga lleva 57 eslabones, y cada uno pesa 910 kg. Las orugas se reemplazaron en 2004, tras una inspección que reveló su precario estado tras cuatro décadas de uso. La capacidad de carga de estos corpulentos vehículos es quizá su característica más importante, pero es un dato que no se ha publicado. Se estima que es de unas 5.000 toneladas, ya han llevado cargas de 4.000 toneladas.
Cada vehículo utiliza dos motores diésel de 16 cilindros y una potencia unitaria de 2.750 CV. Su potencia combinada es de 5.500 CV, que suministran potencia a cuatro generadores de 1.340 CV, que luego actúan sobre 16 motores eléctricos de tracción. Dos generadores de 1.000 CV movidos por dos motores diésel de 1.065 CV se encargan de alimentar los sistemas hidráulicos, la iluminación, ventilación y demás tareas auxiliares. Hay dos generadores de 200 CV a modo de reserva.
El consumo de combustible de esta mole no es escaso, aproximadamente 350 l/km. Con el peso que mueve es normal semejante consumo de combustible, que haría llorar incluso al dueño de una petrolera. El depósito de combustible tiene una capacidad de 19.000 litros, suficiente para unos cuantos viajes de ida y vuelta hasta la zona de lanzamiento. Su velocidad máxima con carga es de 1.6 km/h, sin carga tiene una punta de 3.2 km/h. Una persona a pie es más rápida.
Cinco técnicos son necesarios para operarla, sobre ellos recae una responsabilidad considerable. A pesar de la gran automatización y renovación electrónica de las máquinas, el factor humano es indispensable cuando transportas una carga cuya base tiene las dimensiones de la zona interior de un campo de béisbol, 27×27 metros. Desde su compra en 1965, las máquinas han acumulado unos 4.000 km, siendo Franz la más rodada. Esa distancia equivale a un viaje de ida y vuelta entre Cabo Cañaveral y Nueva York.
Lo mejor de todo es que aún están en garantía y la NASA tiene planes de seguir usándolos en el futuro. De 2010 en adelante en lugar de transportar los transbordadores espaciales – la NASA los retira de circulación – moverán a los cohetes Ares I y Ares V, diseñados para transportar cargas pesadas. Se está pensando en dotar de motores más potentes a los Crawler para tal efecto.
Fuente: diariomotor.com
Los rusos en Baikonur (Kazajstán) usan potentes locomotoras diésel, pero en Cabo Cañaveral (Florida, EEUU) se recurre a los Crawler Transporter. Son dos inmensos vehículos, plataformas de carga asentadas sobre pesadas cadenas de orugas, diseñados para transportar grandes pesos desde el complejo de montaje de las lanzaderas y cohetes (VAB, Vehicle Assembly Builiding) hasta la zona de lanzamiento (Launch Complex 39). Un trayecto de solamente 5.6 km que se recorre con extremo cuidado en unas cinco horas.
Dos ejemplares idénticos de este colosal vehículo se han construido. Fueron encargados a Marion Power Shovel, empleando componentes de Rockwell International y diseñados por Belcrus Corporation. Llamados Hans y Franz, fueron entregados a la NASA en 1965, con una garantía de 50 años o 5.000 millas y un coste de 14 millones de dólares la pieza. Sus dimensiones son impresionantes, miden 40 metros de largo y 35 metros de ancho, tan anchos como una autopista americana de ocho carriles.
Su altura es ajustable entre 6.1 metros y 7.9 metros, esto se debe a que la parte trasera se levanta para mantener horizontal el vehículo espacial que transporta y superar la pendiente del 5% que lleva hasta la plataforma de lanzamiento. Para que nos hagamos una idea de su precisión, la parte superior de la lanzadera espacial que lleva encima nunca se balancea más de 25 cm, y hablamos de un cohete de varias decenas de metros de alto. Para maniobrar con precisión, Hans y Franz utilizan tecnología láser.
Cada unidad pesa 2.400 toneladas, y va asentada sobre cuatro juegos dobles de orugas. Cada oruga lleva 57 eslabones, y cada uno pesa 910 kg. Las orugas se reemplazaron en 2004, tras una inspección que reveló su precario estado tras cuatro décadas de uso. La capacidad de carga de estos corpulentos vehículos es quizá su característica más importante, pero es un dato que no se ha publicado. Se estima que es de unas 5.000 toneladas, ya han llevado cargas de 4.000 toneladas.
Cada vehículo utiliza dos motores diésel de 16 cilindros y una potencia unitaria de 2.750 CV. Su potencia combinada es de 5.500 CV, que suministran potencia a cuatro generadores de 1.340 CV, que luego actúan sobre 16 motores eléctricos de tracción. Dos generadores de 1.000 CV movidos por dos motores diésel de 1.065 CV se encargan de alimentar los sistemas hidráulicos, la iluminación, ventilación y demás tareas auxiliares. Hay dos generadores de 200 CV a modo de reserva.
El consumo de combustible de esta mole no es escaso, aproximadamente 350 l/km. Con el peso que mueve es normal semejante consumo de combustible, que haría llorar incluso al dueño de una petrolera. El depósito de combustible tiene una capacidad de 19.000 litros, suficiente para unos cuantos viajes de ida y vuelta hasta la zona de lanzamiento. Su velocidad máxima con carga es de 1.6 km/h, sin carga tiene una punta de 3.2 km/h. Una persona a pie es más rápida.
Cinco técnicos son necesarios para operarla, sobre ellos recae una responsabilidad considerable. A pesar de la gran automatización y renovación electrónica de las máquinas, el factor humano es indispensable cuando transportas una carga cuya base tiene las dimensiones de la zona interior de un campo de béisbol, 27×27 metros. Desde su compra en 1965, las máquinas han acumulado unos 4.000 km, siendo Franz la más rodada. Esa distancia equivale a un viaje de ida y vuelta entre Cabo Cañaveral y Nueva York.
Lo mejor de todo es que aún están en garantía y la NASA tiene planes de seguir usándolos en el futuro. De 2010 en adelante en lugar de transportar los transbordadores espaciales – la NASA los retira de circulación – moverán a los cohetes Ares I y Ares V, diseñados para transportar cargas pesadas. Se está pensando en dotar de motores más potentes a los Crawler para tal efecto.
Fuente: diariomotor.com
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